En el mundo en que vivimos, la fama que disfruta la nocturnidad no es excesivamente buena, hasta tal punto que constituye un agravante en actividades penalmente punibles. Sin embargo, para los que somos más búhos que alondras, esta oscura franja de entre 8 y 12 horas -dependiendo de qué mes trate el calendario- es el lugar idóneo dónde alejarse de la realidad mundana, un espacio en el que emerge con ímpetu la creatividad y los sentimientos se desbordan con destreza, un distrito de la vida al que se le conceden ciertas exclusividades; entre ellas, el cielo preñado de estrellas.

Dicho esto, sea que el 7-8-9 de junio ande un poco huérfano de actividades por estas latitudes, sea que nos apetece escapar de la rutina de casa o bares, se antojan perfectas las noches para fabricarnos uno de esos planes que ninguna agencia de viajes experienciales ofrece, ya que marcha la luna en menguante camino de nueva y no habrá lugar en el cielo para su brillo, por lo que aparecerá la bóveda celeste tras el ocaso iluminada solamente por millones de estrellas. Ese es nuestro plan: una visita al cielo, un paseo por el firmamento. Con vinito y buena compañía, dejando atrás los faroles de la ciudad en busca de oscuridad, dando la espalda al suelo mientras nos dejamos llevar por los misterios del universo.

Noche estrellada. Van Gogh.

Para no perdernos, que si fácil es en la tierra más lo es en el cielo, siempre podemos descargar algún App para IOS o Android. Hay muchas gratuitas con todo el material astronómico y astrológico que podemos necesitar quienes vivimos del lado septentrional del planeta, amén de Google Sky, un interesante apéndice de Google Earth que te geoposiciona en eje distal con lo estelar, o lo que es lo mismo, te indica el lugar al que llegarías si te disparasen en vertical, a lo cohete… ¿capisci?

En vuestras manos queda. Buena estrella…