Tell me more, tell me more…
¡Por fin! Ahora sí, ahora es de verdad, ¡llegó el verano!
La primavera mola. Es colorida, bonita, huele bien… pero ¿y el verano? El verano sí que sí. Ese rinconcito del año tan largo y tan flash donde el calor es de verdad, la playa es de verdad, la sandía es de verdad, el vino blanco es de verdad, las fiestas son de verdad y las noches son Noches-de-verano de verdad. Sí, así, tres palabras hechas una y en mayúscula. Porque las Noches-de-verano tienen significado por sí mismas y no hay verano al que se le escape una noche inolvidable -o dos o tres o cuatro-.
Las Noches-de-verano son el sumun de las noches, la envidia de las noches de inverno, el amor platónico de los días de verano, y deberían tener un cacho reservado entre las páginas del diccionario. Sería algo así:
Noche-de-verano. Def.
“Cualquier noche entre el solsticio de junio y el equinoccio de septiembre en la que pueden ocurrir episodios imposibles para otras fechas del calendario”
Al fin y al cabo, en una Noche-de-verano ganamos el mundial, en una Noche-de-verano soñó Shakespeare, en una Noche-de-verano escribió Machado, en una Noche-de-verano Danny y Sandy se enamoraron.
Empiezan los huertos, empieza la playa… empieza el verano.
P.D: Solo, repito, SOLO si eres líder de una pandilla rollo los T-Birds y vas a exagerar con tus amigos sobre tu ligue de verano, cantando la historia mientras bailas de un lado a otro de la grada del campo de fútbol americano del Instituto Rydell, llevas gomina y tupé y te apellidas Zuko, solo si todo esto ocurre, puedes llevar zapatos negros y calcetines blancos. Y tampoco.
¡Feliz verano!
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