Decálogo “Con tapas y a lo loco”
Comíamos bien y barato, bebíamos bien y barato, y juntos dormíamos bien y con calor, y nos queríamos.
París era una fiesta. Ernest Hemingway
Resulta que es 1 de julio. Y eso en Totana significa varias cosas: la gente se traslada al huerto o a la playa, las fiestas de Santiago están a las puertas, traqueando, y hace un estar por las noches que se antoja obligación salir de terrazas. Además, siempre por estas fechas, de unos años a esta parte, la Asociación de Hosteleros tiene a bien organizar la famosa Ruta de la Tapa y el Cóctel, un evento gastronómico en el que se puede comer y beber bien y barato, como Hemingway en París.
Y lo vais a subir a Facebook; claro que lo vais a subir a Facebook.
El qué y el cómo depende de cada uno, pero mucho me temo que se nos van a llenar los perfiles de pinchos coquetos y cócteles multicolor, porque desde hace mucho tiempo, todos tenemos amigos digitales en este submundo virtual que suben platos y más platos de aquello que se llevan a la boca.
Por eso nuestro decálogo en honor a todos ellos. Por hacernos salivar, por enseñarnos que existe más allá del bocadillo de chorizo y la tortilla francesa, por saber cocinar, aunque sea poco y mal, y por encumbrar a rango de evento magnánimo, rollo un viaje, una boda o una fiestaza, a un simple plato de comida.
Para ellos, nuestro decálogo: “Con tapas y a lo loco”, sobre esos amigos de Facebook fans del buen comer.
1. El de las migas.
Este amigo probablemente jamás haya aporreado la masa de agua y harina hasta soltarse, pero no se han precipitado contra el suelo las cuatro primeras gotas cuando ya está almorzando migas. Y lo sube.
2. El caña y tapa. Quinto y marinera.
Las versiones son variopintas, tanto como la tapa que acompañe a la cervecita escarchada. La condición sine qua non para esta publicación es el sol de fondo. Ya sabéis, si estuviera nublado probablemente en la foto saldrían migas.
3. El del Guisao.
Este plato surge de las entrañas del cocinillas treintañero. Antes de esa edad no se le ocurre a nadie sacar la olla del armario, y después de esa edad no tiene sentido subirlo a Facebook. Es una publicación arriesgada y carismática, porque la pinta de ese cocido, escucha… buena no suele ser. Pero lo ha hecho él -o ella-, arriesgando con sus mínimos conocimientos sobre el funcionamiento de una olla a presión, a mano alzada, sin balanza con la que medir los ingredientes. Y claro, le ha salido el garbanzo aldente, y de sabor… digamos que ya lo quisieran para sí en la Arrixaca, tan hospitalario que a cada cucharada que te llevas a la boca puedes sentir la vía en el revés de tu muñeca. Pero eso nadie lo va a saber nunca. Un poco de sal y listo para servir en Facebook.
4. El del Sushi.
Esta va decayendo. Hace un par de años comer Sushi era original y divertido, toda una aventura gastronómica para paladares inquietos que inexorablemente acababa publicada en Facebook. Ahora venden Sushi en Mercadona, por lo que ni tiene gluten ni es original. Chicos y chicas, hay que ir innovando un poco con el tema de la cocina oriental. Por favor.
5. El del Gin Tonic guay.
Ay el Gin Tonic guay. Comerse un Gin tonic -ahora los gin tonic se comen- está más que recomendado por la Organización Mundial de la Salud, porque contiene las cinco piezas de fruta diaria y diferentes especias. El Gin Tonic este moderno es pura medicina servida en espiral, porque ayuda a regular la flora intestinal, quema la grasa localizada, mejora el riego sanguíneo, previene la hipertensión, aporta vitaminas y minerales y combate el cansancio. En dosis abundantes ataca los síntomas de la depresión, promueve la exaltación de sentimientos tan dispares como la alegría o la tristeza y, sobre todo, es altamente publicable. Extraña que no se venda en farmacias.
6. El dieta
Con propensión a subir ensaladas, lonchas de pollo, arroz cocido y cosas así. Imágenes hipocalóricas que hacen de su perfil un ejemplo de operación bikini eterna que no se traduce en menos kilos cuando la vida real. El chocolate suele quedar fuera de plano.
7. El del mojito en el Maui
9 de cada 10 personas que van al Maui padecen bigorexia. La otra está de despedida de soltero. Y todos se piden un mojito y salen a la puerta para retratarse en esa especie de rosetón venido a fotocall que hay fuera, Meca del postureo levantino. Realmente, aquí el mojito es lo de menos.
8. El del restaurante caro
A este le importa más informar del dónde come que del qué come. Fundamental poner el nombre del restaurante, sobre todo si es largo y resultón o tiene fama de caro.
9. El del postre casero
Esto es curioso, porque los dulces de las confiterías, tan dulces y tan buenos, no parecen ser dignos de subida, ni las tartas ni los brazos de gitano, supongo que por no ser caseros. Ahora bien, como hagas una magdalena con azúcar glas, al Facebook.
10. El del café moderno
Quien tuvo la maravillosa idea de hacer dibujitos con la espuma de la leche en el café se ha ganado para siempre mi respeto. Le estaba faltando un toque de distinción al líquido que nos mantiene despiertos por las mañanas, y de paso, le subimos un poco el precio. El arte es caro y Juan Valdés tiene ya muchos trienios que cobrar.
Hay más. Pero lo vamos a dejar estar a la espera de novedades.
Feliz Ruta de la tapa y el cóctel a todos.
Buen provecho.
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